Francisco José Granado es su
nombre completo. Patero35 el que marca su situación de costalero y hasta su
correo electrónico. Generalmente, casi no se expone, a pesar de su altura y
complexión, le gusta los rincones para las fotos. Busca el lugar que después
definirá su trabajo.
Dos años después de
conocerlo, siempre lo encuentro en los mismos lugares, cámara en mano, a veces,
con chaleco o polo identificativo de Arte Sacro, la web sevillana en la que publica
sus crónicas. Da igual que no sea Semana Santa, todo el año. Eso sí, la Semana
de Pasión es el comienzo y el final del año, el próximo Domingo en su
calendario debería ser el de las uvas.
Hace un mes me pidió que
escribiera algo sobre la Semana Santa (cuánta insensatez para alguien como yo
que sólo puedo describir lo que veo, sin contar la historia que no sé). Pero
haré como un pregonero social, hablar de los recuerdos, de las tardes de Jueves
Santo mirando al cielo. O de las mañana que me despertaban para ver a Jesús
Nazareno por el Bar.
Mis recuerdos llegan poco
más allá. Pero siempre me viene a la mente cuando desde un cierro de la calle
Doña Luisa, hace muchos años, vi como los costaleros del palio del Santo
Entierro corrían bajo un chaparrón, dirección calle Sevilla, cuando la lluvia
fue, una vez más, inclemente con esta celebración religiosa.
Entonces yo vivía por horas
en casa de mi amada tía Amparo y su marido Rafael (que es mi tío verdadero).
Toda la familia es de esa Hermandad. Y vi como en horas entraban con las
túnicas chorreando y llorando por la angustia pasada acompañando a la Virgen.
Esa comunión familiar se convirtió en mí en añoranza por no sentir el
significado de esa comunidad.
Ese sentimiento aún me acompaña,
la tradición pesa tanto que cuando no se tiene, es difícil transmitir porque
los recuerdos simplemente no existen.
Por eso, recién llegada al
mundo de la información local y cercana, cuando tuve la obligación de escribir
sobre las hermandades y la Semana Santa, no me bastó la memoria. Fue Granado
entonces el punto de apoyo junto con mi amiga Fali Lobato Arahal. Dos años
después, aprendí algo, no mucho, sólo lo suficiente para contar historias
cercanas.
Pero a pesar de lo pasado,
en el Corpus Christi, en San Antonio, la procesión de María Magdalena, Pregón o
actuaciones de las Bandas y, por supuesto, en Semana Santa, Granado está cerca.
Puede que llegue y no lo vea (y no es precisamente por su tamaño). Se escurre
entre la gente, se sube a la ventana en la que nadie pensó o se agacha a ras
del suelo para tomar la imagen que aún su cámara no conoce. Para sorprendernos,
siempre.
Compañero, hasta la próxima.
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