domingo, 12 de abril de 2020

Granado: La semana de pasión termina y comienza el año

Carmen GONZÁLEZ. La primera vez que vi a Granado estaba en la puerta de la Parroquia Santa María Magdalena. En ese momento, no podía imaginar lo significativo que resultaría el lugar. Alguien me dijo que era un fotógrafo muy bueno, el mejor del mundo cofrade. Pero en realidad, no es que sea bueno, es que es capaz de captar el detalle, el roce, la sonrisa, la postura, la luz y exponerlas en cada positivo, sea digital o en forma de cartel.
Francisco José Granado es su nombre completo. Patero35 el que marca su situación de costalero y hasta su correo electrónico. Generalmente, casi no se expone, a pesar de su altura y complexión, le gusta los rincones para las fotos. Busca el lugar que después definirá su trabajo.
Dos años después de conocerlo, siempre lo encuentro en los mismos lugares, cámara en mano, a veces, con chaleco o polo identificativo de Arte Sacro, la web sevillana en la que publica sus crónicas. Da igual que no sea Semana Santa, todo el año. Eso sí, la Semana de Pasión es el comienzo y el final del año, el próximo Domingo en su calendario debería ser el de las uvas.
Hace un mes me pidió que escribiera algo sobre la Semana Santa (cuánta insensatez para alguien como yo que sólo puedo describir lo que veo, sin contar la historia que no sé). Pero haré como un pregonero social, hablar de los recuerdos, de las tardes de Jueves Santo mirando al cielo. O de las mañana que me despertaban para ver a Jesús Nazareno por el Bar.
Mis recuerdos llegan poco más allá. Pero siempre me viene a la mente cuando desde un cierro de la calle Doña Luisa, hace muchos años, vi como los costaleros del palio del Santo Entierro corrían bajo un chaparrón, dirección calle Sevilla, cuando la lluvia fue, una vez más, inclemente con esta celebración religiosa.
Entonces yo vivía por horas en casa de mi amada tía Amparo y su marido Rafael (que es mi tío verdadero). Toda la familia es de esa Hermandad. Y vi como en horas entraban con las túnicas chorreando y llorando por la angustia pasada acompañando a la Virgen. Esa comunión familiar se convirtió en mí en añoranza por no sentir el significado de esa comunidad.
Ese sentimiento aún me acompaña, la tradición pesa tanto que cuando no se tiene, es difícil transmitir porque los recuerdos simplemente no existen.
Por eso, recién llegada al mundo de la información local y cercana, cuando tuve la obligación de escribir sobre las hermandades y la Semana Santa, no me bastó la memoria. Fue Granado entonces el punto de apoyo junto con mi amiga Fali Lobato Arahal. Dos años después, aprendí algo, no mucho, sólo lo suficiente para contar historias cercanas.
Pero a pesar de lo pasado, en el Corpus Christi, en San Antonio, la procesión de María Magdalena, Pregón o actuaciones de las Bandas y, por supuesto, en Semana Santa, Granado está cerca. Puede que llegue y no lo vea (y no es precisamente por su tamaño). Se escurre entre la gente, se sube a la ventana en la que nadie pensó o se agacha a ras del suelo para tomar la imagen que aún su cámara no conoce. Para sorprendernos, siempre.
Compañero, hasta la próxima.

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