Carlos Colón.Al igual que Dickens describió en La Navidad conforme pasan los años cómo la vida va cambiando la vivencia de la fiesta que para él era el corazón del año, el reencuentro con la memoria y la rendición desarmada a la emoción, alguien debería escribir La Macarena conforme pasan los años. Porque una es la de la infancia, otra la de la juventud, otra la de la madurez y otra más -la definitiva- la del tránsito de la madurez a la vejez.
Un macareno de terciopelo gastado que espejea haciendo aguas del mismo verde que su cirio me dijo que la estación de penitencia y gloria que hace la cofradía de la Sentencia y la Esperanza es una vida entera: ilusión niña de la ida a la Basílica y la salida; fuerza joven de la Resolana al rompimiento de gloria en la Campana; serena madurez del Sagrario de la Catedral a los sagrarios vivos que son las Hermanas de la Cruz; deslizamiento hacia un cansancio, antiguo más que viejo, a lo largo de la larga calle de la Feria; vejez bajo el sol de Parra, Escoberos, Fray Luis Sotelo y la Resolana; y lágrimas bajo el Arco, en el atrio y en la Basílica en la que la Esperanza da su última levantá por los macarenos que están en el Cielo.
Algo parecido es la Macarena conforme pasan los años. Desde la que se ve con los padres a la que se ve solo. Desde la que se ve en la bulla que tan bellamente hace danzar los ciriales como si fueran juncos en un Nilo de terciopelo verde hasta la que se ve desde lejos, buscándola por las calles que discurren en paralelo a su cortejo, al final de la bulla, para que nadie nos vea llorando. Desde la que se ve venir en compañía, con tanta alegría, hasta la que se ve irse en soledad, con tanta pena, dejando pasar las flautas, oboes, clarinetes, fagotes, fiscornos, trompetas, trompas, bombardinos, trombones, tubas y percusiones que van fraseando nota a nota, al desfilar junto a nosotros, Pasa la Macarena; hasta que el palio se aleja mientras en el alma nos suena el largo trío del que nace el llanto último de la flauta.
Cuesta una vida oír el silencio de la Macarena. Cuesta mucho sufrimiento ver esculpida en sus labios entreabiertos la palabra definitiva de consuelo. Hay que haber llorado mucho para poder llorar con Ella; y tener más vida vivida que por vivirse para adivinar en la desmesura de sus ojos la vida eterna que promete. Hay que haber perdido a alguien para encontrarlo en Ella, mensajera que trae a los vivos la palabra de cariño que desde la Gloria nos dicen quienes nos dejaron. Hay que caer para aferrarse a Ella y conocer la oscuridad para anhelar su luz. Hay que vivir, simplemente, para saber quién es la Macarena.
Foto: Fran Granado
Carlos Colón. Diario de Sevilla
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jueves, 9 de abril de 2020
En el Recuerdo. La Macarena conforme pasan los años. Carlos Colón
Etiquetas:
Los artículos de cuarema,
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Sevilla, Sevilla, España
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¡Buena entrada! Os doy la enhorabuena, es un blog para verlo todos los días, no te cansas. Saludos.
ResponderEliminarGracias Fali. Aunque los artículos no son nuestros, siempre intentamos ojear los periódicos para traeros los mejores artículos referentes a la Semana Santa, y creo que este merecía la pena.
ResponderEliminarUn saludo