Fran Granado. Cada
año que pasa y recuerdo este artículo que escribí allá por el 2014 veo que
vamos madurando con el paso de los año. Pero siempre intento seguir el destino
que marca la vida, poniendo las pautas que el destino me pide, vivir lo vivido
otro año más es lo deseado, marcar las tradiciones inquebrantables en el almanaque de mi corazón para esta historia
renazca cada año. Os dejo con ella…
"Sin darme cuenta la Semana Santa había llegado, tenía
la misma o quizás más ganas que los años anteriores, quería intentar organizar
algo que nunca organizo y pensaba como estaría el tiempo sin querer mirarlo.
Pensar con cuales Hermandades me dedicaría más a conciencia este año, pensar
cuantos kilómetros andaría, pensar y pensar…
Nosotros, los que nos denominamos “Fotógrafos Cofrades” somos
de una estirpe diferente, con ganas de conseguir un buen reportaje sea
cualquiera que sean los medios, siempre intentando captar aquello que se nos
escapa de nuestras retinas habitualmente, la foto completa, el detalle perdido,
el cartel deseado, etc. Siempre con la importancia del “espacio-tiempo”, o
disparas la cámara en ese instante o lo has perdido. Al hablar de la Semana
Santa, todo o casi todo, está en movimiento y cualquier error de medición,
falta de concentración, inundarse del momento puede ocasionar que pierdas esa
idea preconcebida de la instantánea que a veces, tenemos que esperarnos un año
para volver a vivir la misma escena. Parecemos un poco nómadas y
autosuficientes, la experiencia siempre es un grado y pensar los movimientos
antes de que sucedan te ayudan a imaginarte la fotografía incluso antes de ser
disparada.
Por eso, muchas veces pienso …¿hasta dónde está el límite?,
¿es equiparable las anécdotas vividas con lo que dejamos atrás?, ¿las personas
se imaginan lo que cuestan estas tipos de fotos?…"
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