Javier Rodríguez Caro.
Hoy es muy fácil hablar bien de ti cuando ya no estás. Lo sé... Sin embargo,
quiero que sepas, como por última vez te dije sólo hace unos días sentado junto
a ti, allí en tu casa, que te admiraremos porque conseguiste que muchos
supieran situar a Arahal, un pueblo más de la Campiña, en el mapa. Cuando a
Arahal se la conocía poco más que por su preciado oro verde. Cuando Arahal no
era más que...
Fuiste tú el que con un grupo de muchachos ilusionados que bastante hacían con conseguir sacarle sonido a un instrumento, llegaste a coronar la cima de una Sevilla Cofrade que jamás te lo puso fácil. Y ello porque viniste a decirle a todos, que los pasos de la capital lucían por sus calles como jamás lucieron con una banda que conquistaba cada Semana Santa los corazones hispalenses al ritmo de flautas, liras, bombos y cajas que acercaban los sentires a la misma ALMA DE DIOS.
Y algunos jamás te perdonaron que viniendo de un pueblo, con aquellos muchachos de uniforme azul marino y boina, pusieras a esa Sevilla ombliguista boca abajo. Hasta el punto que los sevillanos se acostumbraron a ir a ver "a la Banda de Arahal" y no a tal o cual paso de Cristo. Eso solamente lo conseguiste tú.
Incluso hubo hermandades que rompieron relaciones por llevarte detrás de sus Sagrados Titulares; incluso hubo Tesoreros que te preguntaban qué debían pagarles a otras bandas que tocaban en su Hermandad; incluso las primeras grabadoras (hoy son los teléfonos móviles) aparecieron por aquella época delante de los pasos a los que tu banda acompañaba; incluso Arahal fue de las primeras formaciones que en una misma Semana Santa llegó a pasar hasta seis veces por Campana; incluso...
Y San Julián se convirtió en vuestra otra casa, y en San Bernardo aún se añora aquellas subidas por el Puente, y la Calzada volvió a llamar a su Avenida "Calle Oriente", y la calle Feria se quedó pequeña cada Jueves cuando la Cruz de Guía de la mismísima Macarena se ensimismaba viendo entrar en su capilla a Dios orando en Montesión...
Jamás olvidaré aquella mañana en que te presentaste en mi vieja casa de San Roque con ese primer tambor que me regalaste para tocar en "la Banda Chica". Jamás olvidaré a esos amigos que siempre lo serán desde que fuimos compañeros de fatigas: a Ale Muñiz, a Vergara, a Pipayo, a mis primos que son tus hijos, a Cordón, al Yerba, a Portillo, a Juan... Ni a los viejos rockeros que eran nuestro espejo: a Francisco el Gordito, a Barrios, Miranda, Morillas, al Kiko...
Nunca se me olvidará aquel redoble cerrado e interminable de Carmona por calle Sierpes, ni el quejío de la corneta de Pepe el Gallo, ni la metralleta tamboril del Chato...
Jamás podré olvidar cómo se ponía el Polígono de San Pablo cuando íbamos a tocar en la puerta del Bar Barrameda, ni los ensayos de la cuadrilla de San Bernardo con la banda tocando detrás uniformada, ni las gentes de otras bandas jaleando nuestras marchas por las calles de Sevilla diciéndonos que éramos los Beatles de las cofradías...
Y todo por tu culpa, bendita culpa. .. Por ser como fuiste, agrio, duro, serio, pero jamás sin negarle el pan a nadie. Jamás si pretender falsos halagos. Sólo por tu banda, todo por tu banda, por Arahal y sus gentes.
Jamás te irás porque tu nombre forma parte de este pueblo al que encumbraste para siempre en los anales.
Tu nombre y el de tu banda.
Manolo Ruiz y la Banda "del Arahal" por los siglos de los siglos... AMÉN.
Fuiste tú el que con un grupo de muchachos ilusionados que bastante hacían con conseguir sacarle sonido a un instrumento, llegaste a coronar la cima de una Sevilla Cofrade que jamás te lo puso fácil. Y ello porque viniste a decirle a todos, que los pasos de la capital lucían por sus calles como jamás lucieron con una banda que conquistaba cada Semana Santa los corazones hispalenses al ritmo de flautas, liras, bombos y cajas que acercaban los sentires a la misma ALMA DE DIOS.
Y algunos jamás te perdonaron que viniendo de un pueblo, con aquellos muchachos de uniforme azul marino y boina, pusieras a esa Sevilla ombliguista boca abajo. Hasta el punto que los sevillanos se acostumbraron a ir a ver "a la Banda de Arahal" y no a tal o cual paso de Cristo. Eso solamente lo conseguiste tú.
Incluso hubo hermandades que rompieron relaciones por llevarte detrás de sus Sagrados Titulares; incluso hubo Tesoreros que te preguntaban qué debían pagarles a otras bandas que tocaban en su Hermandad; incluso las primeras grabadoras (hoy son los teléfonos móviles) aparecieron por aquella época delante de los pasos a los que tu banda acompañaba; incluso Arahal fue de las primeras formaciones que en una misma Semana Santa llegó a pasar hasta seis veces por Campana; incluso...
Y San Julián se convirtió en vuestra otra casa, y en San Bernardo aún se añora aquellas subidas por el Puente, y la Calzada volvió a llamar a su Avenida "Calle Oriente", y la calle Feria se quedó pequeña cada Jueves cuando la Cruz de Guía de la mismísima Macarena se ensimismaba viendo entrar en su capilla a Dios orando en Montesión...
Jamás olvidaré aquella mañana en que te presentaste en mi vieja casa de San Roque con ese primer tambor que me regalaste para tocar en "la Banda Chica". Jamás olvidaré a esos amigos que siempre lo serán desde que fuimos compañeros de fatigas: a Ale Muñiz, a Vergara, a Pipayo, a mis primos que son tus hijos, a Cordón, al Yerba, a Portillo, a Juan... Ni a los viejos rockeros que eran nuestro espejo: a Francisco el Gordito, a Barrios, Miranda, Morillas, al Kiko...
Nunca se me olvidará aquel redoble cerrado e interminable de Carmona por calle Sierpes, ni el quejío de la corneta de Pepe el Gallo, ni la metralleta tamboril del Chato...
Jamás podré olvidar cómo se ponía el Polígono de San Pablo cuando íbamos a tocar en la puerta del Bar Barrameda, ni los ensayos de la cuadrilla de San Bernardo con la banda tocando detrás uniformada, ni las gentes de otras bandas jaleando nuestras marchas por las calles de Sevilla diciéndonos que éramos los Beatles de las cofradías...
Y todo por tu culpa, bendita culpa. .. Por ser como fuiste, agrio, duro, serio, pero jamás sin negarle el pan a nadie. Jamás si pretender falsos halagos. Sólo por tu banda, todo por tu banda, por Arahal y sus gentes.
Jamás te irás porque tu nombre forma parte de este pueblo al que encumbraste para siempre en los anales.
Tu nombre y el de tu banda.
Manolo Ruiz y la Banda "del Arahal" por los siglos de los siglos... AMÉN.
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