Hábleme un poco de usted, nacimiento, niñez, vida
cofrade…
Yo nací a la vida una jornada calurosa de julio de
mil novecientos ochenta, concretamente el día veinticinco, coincidiendo con la onomástica
de Santiago Apóstol –de ahí, mi segundo nombre-, muy
cerca del arco de Quién es de la vida la Esperanza.
Mi
niñez transcurrió entre las poblaciones de Arahal y de Morón de la Frontera. En
Arahal vivíamos durante la semana ordinaria: la casa, el colegio, los amigos,
los juegos de la tierna infancia con un balón siempre en los pies…; pero yo estaba deseando, constantemente, que llegase
el viernes por la noche o el sábado por la mañana para trasladarnos a casa de
mis abuelos, en Morón de la Frontera, y pasar allí el fin de semana.
Una
vez en Morón de la Frontera, aquel niño disfrutaba de su tiempo entre el
estudio fotográfico de su abuelo – la luz de la noche, la espera, el
alumbramiento de una imagen instantánea-, el cariño y la cocina de su
abuela –la
adoraré allende los siglos trascurridos-, y su hermandad del cautivo –allí conocí a Dios un
día de esos en que uno empieza a ser hombre muy cerca del suelo; la realidad de
Dios ante la inocencia de un niño que había descubierto los silencios mudos de
la fe verdadera. Aún me tiembla el corazón de Su mirada-
Es
imposible olvidar cómo era yo, junto a mi amigo Eduardo Sánchez, los que
llevábamos la música –especies
diminutas entre hombres sudados y fornidos-, debajo del paso de la Virgen de la Paz, en los
ensayos de los Sábados por la tarde. Aunque la magia de aquellos momentos
estuviera envuelta de una penetrante oscuridad, a nosotros bien nos parecía el
mejor de los cielos abiertos, quizá porque sentíamos tocar el mundo con
nuestras manos –nos creíamos parte
importante de aquella obra en movimiento-…
Mi
vida cofrade siempre estuvo indisolublemente unida y vinculada desde pequeño a
mi hermandad –(en los años ochenta
mayormente la vida de hermandad se concentraba en cuaresma, y allí, entonces,
estaba el niño incansable entre la casa de hermandad y la parroquia)-.
También
me viene a la memoria la cantidad de cajas de zapatos que he podido usurpar sin
permiso a mi abuela para hacer “un paso” con la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo –titular de la corporación-, que ya antes me había regalado
mi abuelo de entre las miles de fotografías que atesoraba en su estudio.
Finalmente, el pequeño altar era debidamente exornado con las flores del jardín
de mi abuela. Ni que decir tiene que, alcanzada la cuaresma, el vergel reducía
su plantilla, notablemente, por esta causa -aún
escuchó con escalofrío y extrañeza la voz de mi abuela temiendo por la heredad
de sus flores. ¡Dios mío, qué tiempos
sin medida y sin olvido, toda luz de transparencia en las aguas inmovibles del
recuerdo fecundo¡-…
A
lo largo de mi vida cofrade, en relación con Morón de la Frontera, ha
pertenecido a tres juntas de gobierno de mi hermandad del Cautivo, ocupando los
cargos de consiliario y fiscal. En el ámbito literario, he pronunciado la
Exaltación de la Virgen de la Soledad y, también este año, pronunciaré la I
meditación ante el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, en la señalada fecha
del “Viernes de Dolores”.
Por
fin llegó el año… ¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza cuando se
enteró de esta nueva responsabilidad?
Se
agolparon en mi memoria muchísimos recuerdos, vivencias y personas que me son
en falta. Pero, trascendiéndolo todo, ocupando su espacio central, estaba la
ciudad. La ciudad como escenario expansivo de otra primavera, donde mi voz podría
tocar el espacio reconocido de todos sus
habitantes; en suma, devolverle a la ciudad el cariño que, invisible y
calladamente, me ha regalado a lo largo de todos estos años desde mi
nacimiento.
Semana
Santa de Morón ¿Qué te inspira esas palabras?
Me inspira a túnica blanca, a Domingo de Ramos, a San
Miguel, a sueños de infancia felizmente cumplidos y renovados cada año...
En casa de mis abuelos siempre había túnicas de tres
hermandades. Las nuestras, Domingo de Ramos, eran las primeras que salían a la luz,
planchadas delicadamente por mi abuela. Después les tocaba el turno a las
túnicas del Martes y Jueves Santo: “los
salesianos”y “la
compañía”. A lo largo de la semana, como vestigios perdidos,
se iban acumulando túnicas, cíngulos, escudos, guantes, papeletas de sitio y
cirios por todas las estancias de la casa...cuántos recuerdos de aquellos días
inolvidables.
¿Cómo
definirías su pregón?
Será un pregón que cantará y buscará a Dios por
todos los rincones de la ciudad y del tiempo. La poesía y la prosa poética
serán sus instrumentos. Será un pregón reconocido y muy sentido porque antes ya
ha sido vivido dentro de mí. Morón representa el paraíso al que siempre uno
desea volver, porque allí, justo allí,
conoció el corazón de Dios y el afán de una ciudad que estiraba de herida
nostalgia los cielos azules por detrás de su castillo...
¿Cómo
ve a las Hermandades en actualidad con el paso de las décadas? ¿Cualquier
tiempo pasado fue mejor?
Sigo pensando lo mismo que pensaba hace muchos años.
Hace falta escudriñar en la fe verdadera a Dios. Sólo así Dios será verdadero
contenido y no efímero y mal gastado continente.
Las Hermandades necesitan más formación, más culto a
Dios, más caridad como proyección de Su amor; y menos afán por incrementar,
relucir y centrar toda su atención en el patrimonio y el escaparate.
¿Necesitan
las hermandades juventud en sus juntas de gobiernos, es seguro el relevo
generacional que viene?
Yo creo en la juventud en las hermandades. La savia
nueva es necesaria en todos los ámbitos de la vida. El problema comienza cuando
la juventud, cada vez más alejada de Dios, centra su atención en el continente,
y olvida el verdadero espíritu de las hermandades y cofradías. Creo y mucho en
la juventud, pero juventud sana y con las ideas muy claras.
¿Crees
que influyen en las Juntas de Gobierno las opiniones tanto críticas como
halagadoras que aparecen en los medios de comunicación?
Le
doy la misma respuesta que para la juventud. Si los miembros que pertenecen a
las Juntas de Gobierno centraran su atención en lo verdaderamente importante y
no en propagandas personalistas y mundanas, la opinión de los medios de
comunicación sería bien distinta.
¿Crees
que existe la colaboración necesaria entre las Hermandades y la Iglesia de
nuestro pueblo?
Las hermandades deben comprometerse mucho más y
mejor con la iglesia y, en particular, con la parroquia a la que pertenecen; y,
en igual medida, la iglesia debe aprovechar mucho más y mejor el germen de
cultivo que se encuentra dentro del seno de estas corporaciones.
¿Qué
eliminarías de la Semana Santa y que potenciarías?
Pareceré
muy repetitivo, pero eliminaría todo aquello que carece de sustancia y
argumento, y potenciaría lo verdaderamente transcendente y sustancial a Dios.
En
relación, particularmente, a Morón de la Frontera…
Un
Cristo: Nuestro Padre Jesús Cautivo –Dios vivido y sentido-.
Una
Virgen: La hermosura blanca de la Paz.
Un
momento de tu Semana Santa: El Domingo de Ramos, sin duda.
Una
calle para ver cofradías: La bajada de la calle de “las Morenas”, de
atardecida.
Una Marcha: Amarguras,
de D. José Font de Anta.
Un
deseo para la próxima Semana Santa:
Que no llueva, y que todas las hermandades puedan
hacer su correspondiente estación de penitencia, comprendiendo que Dios está siempre
en donde las cosas son verdaderas y nunca perecen, no así en otros argumentos
efímeros, sobre los cuales, tantas veces, centra su atención la fe mal atendida
y entendida.
Unas
palabras para terminar:
Que Dios –atado al corazón del hombre al que regaló la vida- nos
siga iluminando en la fe verdadera, y que, como dijo el poeta, que siga
cumpliéndose el tiempo sin tiempo del niño.
Desde
COFRADES DE ARAHAL, te deseamos toda la suerte del mundo para el próximo 22 de
marzo.
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