martes, 24 de marzo de 2020

EN EL RECUERDO. Mi compañera de viaje. Fran Granado

Son pocas las ocasiones en las que podemos plasmar nuestro sentimientos en un artículo, pocos los momentos que nos sentamos delante “del papel” a mirarnos cara a cara. Por la rapidez desacompasada que últimamente nos está tocando vivir.
Ya inmersos en esta nueva cuaresma, deseosos de inundarnos de Fe, Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y a pocos días de llegar nuestra gran reflexión, donde nos paramos a pensar en el que ya no está con nosotros, a pensar en ese “yo” interno y profundo, y a volver a revivir sentimientos de la niñez, a perdernos en ese mar florido de azahares. Por eso hoy me he querido parar y ensalzar a “Mi compañera de viaje”.
Título con un gran sentido y así os lo cuento.
En primer lugar cuando escribo a mi compañera de viaje me refiero, a esa madre, la que  nos dio la luz, la vida, el cariño, la que no entendía tanta sinrazón, tantos nervios y entendió que los sentimientos han de ser respetados, que las tradiciones tienen que ser correspondidas y comprendidas, sin decirnos media palabra, porque nuestra madre no hace falta que nos hable, nos mira y entiende.
Cuando hablo de mi compañera de viaje, también me refiero a la mujer, a la que elegimos para caminar por la vida, por lo que siempre será la mejor: nuestra mujer, nuestra compañera. Ella, que se sacrifica, la que acapara todo para que nuestra ausencia sea mínima, para apoyarte en este viaje de locura en el que ya entrada la Cuaresma andamos en un sinsentido, la que entiende las deshoras, la que está en las noches largas y las dulces. Ella, que te ve y te comprende con una sola mirada, no hacen falta palabras, el silencio que todo lo entiende, acepta que días tras días le dedicamos a escribir y fotografiar con mayúsculas la historia para los que vendrán. Ella, que te agarra la mano antes que asome una lagrima, y nos avergüenza poder perder la fuerza, por el pellizco que nos da ponernos delante de nuestros amados  titulares, diciéndonos “yo estoy contigo”, “siempre estaré contigo”. Por ella también, hoy día somos quienes somos y tenemos lo que tenemos.
También cuando me refiero a “mi compañera de viaje” la que ayuda a plasmar mis sentimientos, no puedo olvidarme de la cámara de foto, la que sí que transmite mis sentimientos, la luz de alegría del Domingo de Ramos, la luz renovadora del domingo de Resurrección, las sombras de una Madrugá. Con ella  vivo momentos impresionantes, inenarrable, momentos que ni loco podría soñar.
Perderte por Arahal, sin rumbo, dejándote llevar, siendo tu cicerone los sentidos: el olor a incienso, el olor de azahar, sones tan nuestros que distinguen un ensayo, una exposición,…y tu estarás ahí capturando para posteridad  el  más ínfimo detalle, ese que no se hace perceptible a nuestra pupila. Y siempre con ella…
Ya cuando las hojas del calendario se han ido cayendo, cuando los  fríos del invierno le van dejando paso a la fuerza renovadora de la primavera, Arahal como todos los años se encuentra preñado de cuaresma, deseando que se repita el momento,  contando las horas para que en San Roque se escuche “… abran las puertas del templo” y seguro estaré acompañado de ella, por todas ellas  y cada una de ellas, “Mi compañera de viaje”.

Fran Granado. 

Foto: Mariano Ruesga

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