jueves, 26 de marzo de 2020

Apuntes breves desde el anonimato. Julio S. Fernández Gómez

Llevan estos ojos un rito tan antiguo como la sangre misma, como la misma primavera que abre sus cruces a la luz y distingue, en su ofrecer de panales de oro, el inmediato horizonte que a lo lejos se avecina. Amparan otra forma de mirar, de comprender y detener el tiempo, de asumir y caminar las calles, ya recreadas por la cera derretida.  Estos ojos que ya se están mirando por lo hondo de sus cuencas, por lo que hay detrás y más abajo de la piel, por donde es el corazón y ya se mueve en sístole y diástole.

Será anónimo el tránsito de las pupilas, anónimo su nombre y su nostalgia, y será anónima su figura por todo lo que hemos ya denominado penitencia. ¿Habremos de sentir a esta soledad la más augusta? ¿Habremos de asumir que este es el silencio más único y solo?

Dos escasas puertas a la vida, la íntima clausura de dos ojales que desembocan al pequeño y reducido mundo, el solemne mirador por el que asoman a una Semana Santa intestina e inexpugnable.

¿Espíritu o entraña?

La semana de Dios que ya late, en verdad de cielo, desde el interior del antifaz… 

Julio S. Fernández Gómez.

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