Cofrades de Arahal. El
Pozo Nuevo, engalanado de principio a fin por arcos, banderas y alfombra de
sales, fue una vez más el lugar preferido por moronenses y foráneos para
contemplar el paso del cortejo procesional.
A las 5 y media de la tarde, puntualmente, la Hermandad del
Santo Entierro, a la cual le correspondía la organización del cortejo en el presente
año, ponía la cruz parroquial en la Plaza de San Miguel. Cohetes, repiques de
campanas y el himno nacional anunciaba poco después que la Santísima Virgen ya
estaba en la calle.
Con un paso lento, y con un repertorio clásico pero
exquisito, el paso de la Santísima Virgen avanzó hasta la Plaza del
Ayuntamiento, donde sonó la marcha “María Inmaculada”, del compositor Francisco
Javier Parra Medina y en la que se incluye el himno de la Patrona de Morón.
Poco después, subía una calle Corredera engalanada con unas
nuevas banderolas de largas dimensiones. Unas, azul con el escudo de la Ciudad;
y otras, celeste y blancas, colores del Dogma Concepcionista. Las Hermanas
Jerónimas del Convento de Santa María, la esperaban como siempre, con un puñado
de pétalos en sus manos y unas plegarias entonadas con fervor.
Pero si hubiese que destacar algún punto del itinerario
donde la expectación fuese inusitada, ese sería la calle Pozo Nuevo. Cientos de
moronenses abarrotaron dicha calle, a dónde el paso de la Patrona llegó al filo
de las 7 y media de la tarde.
Con la noche ya cayendo, la Santísima Virgen traspasó el
primero de los arcos con las voces angelicales de las componentes de la Banda
Municipal de Música de Morón, que elegantemente
entonaron la parte cantada de la marcha “Reina de los Ángeles”. Los fuegos
artificiales y los aplausos dieron paso al cante que desde los balcones de la
antigua Oficina de Turismo se llevaron a cabo por parte de Carmen Rodríguez y
Antonio José Figueroa, miembros ambos de la Asociación Concepcionista.
Tras el toque del llamador, la cuadrilla de costaleros
levantaba a pulso el paso mientras sonaba nuevamente el himno de Nuestra Patrona,
entonado esta vez por el público allí congregado. Poco a poco, metro a metro,
con un discurrir finísimo, la Inmaculada Concepción fue recorriendo el Pozo
Nuevo hasta llegar al número 15, donde se ubicaba una alfombra de sales, blanca
y celeste donde se podía leer “SINE LABE CONCEPTA”.
Pero no era lo único que el Grupo Joven de la Inmaculada
Concepción tenía previsto en este enclave. Tras sonar el solo de la marcha
“Rocío” cajas y cajas de pétalos de distintas tonalidades y tipos llovían incesante y
abundantemente desde los balcones situados a un lado y a otro de la calle. Una
cortina de pétalos que, unida a una traca de fuegos de artificio, causaron el
asombro de pequeños y mayores que rompieron en un sonoro aplauso y en algún que
otro piropo a la Santísima Virgen.
Abundante público la esperaba también en la salida del Pozo
Nuevo, en el segundo de sus arcos, de dónde salió lentamente con el sólo de
“Reina de Triana” y el aplauso de los fieles congregados. Poco a poco el
cortejo fue ganando metros y subiendo con gran elegancia y esplendor la cuesta de
la calle San Miguel que la separaba de la Parroquia. Entre vítores y aplausos,
y no sin hacer antes una revirá lentísima con la marcha “La Madrugá” entró el
paso de la Virgen en la Parroquia de San Miguel.
Allí, las distintas representaciones que habían formado
parte del Cortejo la esperaban para despedirse de Ella con el himno de la
Patrona interpretada por última vez por la Banda Municipal, además del canto de
la Salve.
Concluía así una Procesión lucidísima, donde propios y
extraños respiraron un fervor cada vez mayor hacia la Concepción Inmaculada de
la Santísima Virgen en la Ciudad de Morón, una de las primeras en jurar el Voto
Concepcionista y donde ha quedado demostrado que, siglos después, aún continúa
vigente.
Redacción: José Antonio Pernía Herrera
Foto: José Manuel
Fernández Palomino
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