Es costumbre que al inicio de la Cuaresma se le imponga la ceniza a todos los fieles que asistan a la misa. Cenizas que son elaboradas a partir de la quema de los ramos de olivos del Domingo de Ramos del año anterior, las cuales son bendecidas y colocadas en la frente de los fieles como símbolo de caducidad de la condición humana; "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" (Mc 1;15).
El pueblo judío y otros de Oriente Próximo acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio o bien como gesto de arrepentimiento profundo o incluso como señal de duelo.
Los primeros cristianos que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "Habito penitencial" como voluntad de arrepentimiento.
Pero no es hasta el año 384 d.C, cuando la Iglesia de Roma otorga a la Cuaresma el sentido penitencial que ha llegado hasta nuestros días.
El periodo cuaresmal también se usa como periodo preparatorio para recibir el Bautismo o bine para renovar las Promesas Bautismales la noche de la Pascua.
La duración de la cuaresma viene dada por el simbolismo del número cuarenta en la Biblia. Cuarenta días que duró el diluvio universal, cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública.
Mensaje de S.S Benedicto XVI para la Cuaresma 2011
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