jueves, 28 de febrero de 2013

II presentacíon de la Tertulia Cofrade "El Cabildo"

En esta segunda edición de la presentación del Cartel de la Semana Santa de la Tertulia “El Cabido” de Arahal nos dirigimos a la taberna Cofrade “El Costal”.  Un rinconcito nuestro, donde poder tomar, degustar y pasar un buen rato acompañado de buena música e imágenes de hoy y  ayer de nuestra Semana Santa.
La presentación del acto estaba destina a Dña.  BELINDA CASTILLERO PORTILLO, miembro de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Victoria, portando un instrumento muy nuestro, muy arahelense como es la “lira”, signo ineludible de las Agrupaciones Musicales y como sabemos la cuna de todas ellas bebe del manantial de nuestras entrañas. También es miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad de Montemayor.
Belinda nos presentó el acto de esta joven tertulia siempre relacionado todo alrededor del cartel de este año, obra de D.SAMUEL AMADOR. Samuel es un joven fotógrafo cofrade que ya despunta en este arte, cuidadoso con el objetivo  en busca de ese detalle perdido. Y ya dando paso al presentador del cartel que corría a manos de  D. JULIO SANTIAGO FERNÁNDEZ GÓMEZ. Julio es cofrade de nacimiento, hermano de varias hermandades, tanto de Arahal como de Morón y Sevilla. Tiene el don de la prosa y la historia literaria en sus palabras, tiene ese duende que te mece cuando hablas con él. Amigo de sus amigos, humilde y buena persona, siempre dispuesto a echar una mano y colaborar en los actos de las Hermandades de nuestro pueblo, resaltar que ha tenido el honor de ser pregonero de Arahal el pasado año.
Para despedir el acto, el presidente de la Tertulia Cofrade ANTONIO CASTRO MARTÍN, entregó varios recuerdos a las personas que hicieron posible que este día en la Taberna Cofrade “El Costal” todos disfrutáramos de un rato muy agradable.
Julio nos dejó su exaltación para que todos podamos disfrutar de ella…

PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA TERTULIA “EL CABILDO” 
Amigos, señores, señoras, todos sean bienvenidos
Agradezco a esta tertulia cofrade “El Cabildo” por invitarme a este acto que organiza con tanto cariño en la sede de esta taberna “El Cortal”, punto referente en nuestra localidad de buenas y agradables tertulias cofradieras a lo largo  de todo el año; y con ello porque, entre otras cosas, este momento y esta invitación me permiten estar entre grandes amigos como lo es, ya lo conocéis, miembro de este cónclave, Antonio Castro, entre nosotros.
Y aquí he venido a cumplir con mi cometido de presentar este cartel que, parafraseando al correo que me envió días pasados nuestro amigo Luna, “han elegido con toda ilusión del mundo”.
Allá voy.
 Restan sin duda menos de cuarenta días, cuarenta quinarios, cuarenta ilusiones, cuarenta empeños, cuarenta por cuarenta en nuestro cuerpos, agraciados y predestinados ya para un arrebol de inciensos, azahares, pabilos, recuerdos, métrica de cruces y ángulos rectos de ceras humeantes que aciertan su lenguaje sensitivo en una voz callada de una semana distinta  a las demás.
Distinta e incomparable a las demás y con un timbre de voz sigiloso y penitente, como  queriendo prevenir las trazas de una Atlántida imposible de cirios y capirotes.
Una grata consecuencia del calendario, pura y desnuda, que va inquiriendo el punto más álgido donde el hombre vuelve a revestirse de una doble realidad temporal, igual de real, igual de mágica.
Dos tiempos: el tiempo interior y el tiempo exterior, según acunaba el filósofo francés Henri Bersong.
Elaboraba el filósofo  Bersong esta idea fundamental, y proponía que esa divergencia residía en la diferencia radical entre el espíritu (que bien podríamos denominar como el tiempo interior) y la materia (que podríamos configurarla como el tiempo exterior).
En el yo exterior, nos encontramos con una concatenación de hechos que ocurren y acontecen en el tiempo espacial, donde la principal premisa que rige a este fenómeno es el de la sucesión como una relación puramente mecánica y metódica.
Mientras que en el yo interior, los estados de conciencia se funden y organizan en una unidad que no es espacial, sino que posee las características de la duración, de la perdurabilidad; la memoria como una sobreposición de momentos, de recuerdos, de ideas o de imágenes emocionantes, emotivas e inextinguibles.
Y dirán: ¿Por qué nos cuenta todo esto?¿Qué relación guarda este filósofo francés con la Semana Santa de Arahal?¿Sería este señor hermano numerario de alguna de nuestras cofradías y nosotros no lo sabíamos?
No, nada de ello.
Ello se debe porque esta teoría filosófica que nació del pensamiento del filósofo francés Henri Bersong es, precisamente, lo que está aconteciendo en este cartel que ahora presentamos:
Lo intuimos a las afueras; ese tiempo exterior – del cartel- nos revela que ya ha pasado como de puntillas la Madrugada; que es Viernes Santo por la mañana; que hace un frio y un rocío en la intemperie; que la luz es aún una joven espiga de panes inocentes, y que Dios ya va camino, irremisiblemente, del calvario, procurando la última “revirá” de su paso para despedir al pueblo elegido que lo acoge entre sollozos y emociones contenidas en torno de la plaza de su mismo nombre. El Dios Nazareno, el Dios de las cinco cruces amarillas de Jerusalem, en pocos minutos, va a hacer entrada en su hogar sagrado y estará a un paso mismo de convertirse en la Esperanza del hombre en el patíbulo, más tarde, luego con la hora nona.
Pero más allá de este acierto descriptivo, hay otra dimensión, más lenta, más confusa, más subjetiva y más callada. Una regresión a nuestro ser íntimo e inmanente. La revelación interior de algo que está muy alejado y que trasciende del espacio bullicioso de la calle y de la gente. Tiempo detenido en el eco sosegado de nuestra retentiva sensorial.
Es el tiempo interior de esta obra fotográfica.
Y es allí, sobre el hechizo intangible de poner nuestro ojos regresados hacia lo hondo de las entrañas, donde volvemos a recobrar aquella primitiva imagen, nuestro primer encuentro, siendo niños, con ese Dios con cruz colosal que se intuye a lo lejos y difuso del azulejo, heredad añeja y amarilla de un tiempo aterido en la nostalgia.
Es también allí donde este ángel pasionario, que casi nos está robando toda la atención por las pupilas, viene a decirnos que la zozobra se desmiente con el credo de sus alas y que la liturgia no se narra sino  es a bocanadas de una canastilla barroca y flamenca con ocho travesaños a oscuras y cuarenta y ocho hombres valientes.
Pero sin temor a equivocarnos, de lo que ya no hay ninguna duda, es que hemos sido atrapados por el cerrojo embrujado de la madrugada, que es en si misma todas las madrugadas que lleva levantando nuestro sino. Nos hemos quedado atrapados, ataviados y uniformados de nazareno, de la mano de aquel ser querido que los legó el rito nunca aprendido del camino más corto hasta llegar a nuestra casa; nos hemos quedados atrapados en el costal de arpillera de aquel hombre bueno que un día bienaventurado nos enseñó el oficio de cómo llegar hasta los cielos; y nos hemos quedado también apresados en los sones  de una corneta y los labios indecibles y nerviosos que aún resuenan impúberes cuando ensayaban sin descanso en los patios del colegio de San Roque.
No obstante y sin embargo, ahora somos nosotros mismos los que hemos de retomar interiormente a esa plaza, a esa madrugada, a esa hora del día del Viernes Santo por la mañana, anhelando, como siempre, que nunca acabe ese momento, porque ya la gloria se nos está escapando de las manos.
Y es precisamente ahí, en ese preciso instante de nuestro yo interior, de nuestro tiempo interior, en ese estado de conmoción integral, es cuando Jesús El Nazareno –por eso no se acierto visible en la imagen- no está más cerca de regreso a la parroquia, no está más cerca del calvario, no camina por la calle de la amarguras, sino que continuamente, segundo a segundo de nuestro vida, se va acercando más y más al corazón de nuestra fe, a la razón morada de nuestro amor.
Tiempo interior que antes decía al citar al filósofo francés Bersong.
Todo esto y mucho más es capaz de generar la imagen retenida, aquietada o perdurable que alberga ese cartel de Semana Santa… ¿La imagen del tiempo sin tiempo del niño?, como decía Cernuda…
Quién sabe…
Muchas gracias.

                                                                          JULIO SANTIAGO FERNÁNDEZ GÓMEZ
                                                                         Arahal a 23 días del mes de Febrero del 2013



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