Fco. Fernández. Dicen que
cuando la Madre de Dios está físicamente entre nosotros hay un aroma especial,
un algo diferente en el ambiente que sin duda alguna esto se percibe en la
salida procesional de nuestra querida Virgen de Montemayor, por las calles de
este bendito pueblo llamado Arahal.
¿A qué huele Arahal en esos momentos?
Pues voy a
intentar describirlo en estas torpes líneas, dejándome llevar por lo que me
dice mi corazón y mi devoción hacia mi Chiquitita. Huele a rosas recién
cortadas, a clavel y clavelina; huele a incienso y a cera que van iluminando la
gloria, huele a tulipán, a nardo, a buganvilla, a espigas de trigo, a junco y
romero. Huele a eucalipto, pino y Jara, a costal, faja y trabajadera. Huele a
gente buena y noble que la vitorean por las calles, huele a excelencia musical
en tus niñas de la Victoria, huele a bordado de Simpecado, a oraciones y a
lágrimas de corazones emocionados. Huele a mujeres de mantilla con aromas de
gloria, a Moguer, a romeros a caballo, a jazmín y a gladiolo, a balcones
engalanados y patios impregnados con las flores nuevas de la primavera.
En Arahal se
perciben aromas inconfundibles de auténticos templos de fe, Santo Cristo; San
Roque y Veracruz, se percibe aroma de Misericordia, Angustias y Dolores, y
huele a vainilla, canela y clavo, y aroma de querubines acompañando a la
procesión, olores a naranja y a limón,
olores de gloria. Huele a Arahal y por supuesto a Montemayor.
¡¡VIVA LA VIRGEN DE MONTEMAYOR!!
Foto: Andrés García
Foto: Andrés García
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